domingo, 17 de junio de 2007

Javier Sáez Castán: el aire evocador.

Los adultos no deberíamos haber abandonado nunca la capacidad que tuvimos de caminar por la fantasía. Y, desde luego, no deberíamos limitar ese camino a nuestros hijos.

Hay artistas que pueden ayudarnos al reencuentro con nuestras viejas ilusiones, con el lejano mundo de la inocencia. O adentrarnos en nuevas fantasmagorías que darán una luz distinta a nuestra anodina vida presente.

Javier Sáez Castán puede ser uno de esos artistas. Nacido en Huesca en 1964, con pocos años se fue con su familia a un pueblo de Alicante, donde desde muy pequeño dibujaba y escribía cuentos.

Durante varios años trabajó como ilustrador y también daba clases, hasta que se planteó la posibilidad de dedicarse profesionalmente a su antigua afición por las historias ilustradas. Desde entonces ha trabajado en varios libros. Como ilustrador, en Cuentos de Hoffmann, El valiente soldadito de plomo, La pequeña cerillera y otros cuentos, Cuentos para niños de Isaac Bashevis Singer...

Como autor e ilustrador ha publicado Picospelosplumas y el hombre pájaro, Pom... Pom... ¡Pompibol!, Los tres erizos... Este último fue seleccionado White Ravens en 2004. El Animalario Universal del profesor Revillod fue galardonado en 2004 con el Premio al Mejor Libro Ilustrado por la Feria Internacional del libro Infantil y Juvenil de México y Mejor Libro del Año por el Banco del libro de Venezuela en 2005.

También en 2005 recibió el encargo de ilustrar la gráfica del Primer Salón del Libro Ilustrado Ciudad de Alicante. Así nació el tótem de los cuentos clásicos.

En El valiente soldadito de plomo (Anaya, 2004), las ilustraciones parecen buscar un efecto cinematográfico, con picados y contrapicados que acercan a los niños a contemplar visiones nuevas de las escenas.

Las imágenes recuerdan la corriente ingenuista de la pintura norteamericana, con Doris Lee como principal exponente. El propio Sáez Castán dice que "la luz de los cuentos de Andersen refleja los aspectos tristes de la vida, pero sobre todo es una luz dulce y esperanzada."


En La pequeña cerillera y otros cuentos (Anaya, 2004), podemos relacionar sus ilustraciones con la pintura de Magritte, incluso la caligrafía usada en la ilustración de "La campana" o "En el día postrero" nos recuerda a ese autor. "Las texturas contribuyen a dar a las ilustraciones una apariencia desvaída, un aire evocador de cosas de otro tiempo", reconoce Sáez Castán.

Muy pronto verán la luz -si no lo han hecho ya- dos nuevas obras de Sáez Castán: La merienda del señor Verde, en Ediciones Ekaré, y Dos bobas mariposas, en Serres.




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