Es el caso de Adelina Jiménez Jiménez, que hoy día 7 de diciembre, recibió del Consejo de Ministros la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Adelina Jiménez Jiménez ha sido la primera maestra gitana de España.
"No quiso abandonar jamás Ayerbe, su pueblo en la provincia de Huesca, porque allí está enterrada mi madre. Era mayor, pero todavía estaba fuerte. Vendía telas por los pueblos, agujas de coser... no por dinero, sino por comestibles. Yo comencé a ir a las escuelas nacionales desde los tres años. Era la única gitana."
"Empecé a fijarme en ella, en doña Raimunda. Estaba sentada en un sillón, en una mesa antigua, alargada, donde nos hacía dictados... la miraba y pensaba que cuando fuese mayor yo también sería maestra, la maestra gitana. Mi abuela también me decía que de mayor tenía que enseñar a los niños de mi pueblo."
Cuando acabó la primaria, don Carmelo le ofreció trabajar en su comercio como modista y aprender en su taller.
"Don Carmelo, yo no quiero ser modista, quiero ser maestra. Él me contestó que yo no contaba con nadie que me pudiese pagar la carrera. Le respondí que él sí, que él me la podía costear."
"Mi primer destino fue un pueblo del Pirineo aragonés, en la parte de Aínsa. El domingo me venían a buscar con las bestias al autobús. Los burros cargaban mis maletas y yo andaba 10 kilómetros, un camino angosto que finalizaba en Olsón, donde estaba la escuela".
Enseñó en sus aulas a alumnos payos y gitanos. Impartía todas las asignaturas hasta quinto de EGB. Cuenta que en sus tiempos, cuando mantenía reuniones con los padres, alguno movía la cabeza y se reía mucho cuando hablaba. Les sorprendía que una gitana se supiese expresar y se dirigiera a un público payo para tocar normas de educación.
"No les he abierto el mundo, pero les he inculcado, además de muchos conocimientos, valores que les van a servir a lo largo de su vida, principios que fomentan la igualdad social. Lo que se enseña desde la infancia no se olvida jamás. He sido muy delicada en este sentido. Me he preocupado más de su formación humana y personal, que de su formación intelectual. Mis alumnos, ahora, me saludan con afecto. Lo que más me gusta es que a nivel personal, aunque tengan cargos muy elevados, no sean presuntuosos, se relacionen con igualdad y pongan sus conocimientos al servicio de todas las personas que lo necesiten, especialmente de los más desfavorecidos".
"Los padres gitanos, sobre todo, tienen que cambiar de mentalidad. Deben mandar a los niños a las escuelas, llueva o haya tormenta. Eso va a repercutir en beneficio de sus hijos. Sabrán desenvolverse, defenderse verbalmente, no con palos, cuando les ataquen. Económicamente tendrán una profesión de futuro y una independencia. Los padres gitanos tienen la obligación moral de hacer todo lo imposible porque ninguno de sus hijos deje la escuela. Tener hijos no es sólo darles de comer, es procurarles una educación y hacerles personas. Estudiar repercute en la familia, en la educación de los hijos y en todo el pueblo gitano. Desearía que no hubiese ninguna gitana sin estudios, ningún niño o niña sin escolarizar."
En numerosas ocasiones alude a una cuestión que rechaza categóricamente.
"Hablamos de que el hombre es un machista, pero yo pienso, sin tratar de generalizar, que la mujer es muy permisiva. El valor de las personas no se mide por el sexo, sino por su categoría humana. Me gustaría cambiar esa mentalidad de que el hombre está para pedir y la mujer para negar. Ojalá se dijera que el hombre gitano está para respetar a la mujer y la mujer para comprender al gitano. Tiene que ser más tajante con el hombre. Si los hijos ven determinadas actitudes obrarán de la misma manera con sus esposas."