Supongo que a lo largo de toda España, durante todos los meses del año, y no sólo en verano, se desarrollan actividades de este tipo dentro de marcos que en sí mismos ya son una obra de arte como es el Monasterio de Veruela.
Lo que me ha llamado la atención es no tanto la identidad de este vicioso coleccionista, Manolo Escobar, sino las declaraciones que hizo en la rueda de prensa.
Nunca me planteé ser coleccionista. Me gustaba mucho la pintura y sobre todo el dibujo. Cuando tuve un poco de dinero compré mi primera obra y a partir de aquí comenzó el vicio de coleccionar. Y acabé convirtiéndome en un coleccionista peligroso que cada vez que iba a la galería siempre me llevaba más cuadros de los que realmente quería. Ahora la fiebre de comprar ha menguado e incluso me quiero deshacer de muchos cuadros que ya no me gustan.
La colección completa de Manolo Escobar cuenta entre 1500 y 2000 piezas, cien de ellas son las que se exponen en el Monasterio de Veruela hasta el 2 de septiembre (los martes cierran).
Manolo Escobar afirma sentir más cariño hacia las pinturas que más trabajo le costó conseguir, aunque no sean mejores que otras, y defiende el papel del galerista: "Normalmente, aunque conozca personalmente al artista, prefiero comprar en las galerías de arte."
No estamos acostumbrados a escuchar a un artista hablar de un arte diferente al suyo propio, y hacerlo con humildad. Pero es todavía mucho más reconfortante ver que habla con cariño de las obras que ha ido adquiriendo a lo largo de los años, y que de las que se quiere deshacer es porque ya no le gustan.
Una lección que nos enseña que no es lo mismo invertir en obras de arte que coleccionar arte... y amarlo.