Cuando miro las ilustraciones de un libro infantil o juvenil me pregunto en qué momento de su vida el dibujante supo que su futuro estaba entre los pinceles o los lápices de colores. Tengo la curiosidad por saber si desde el primer momento quiso ilustrar cuentos o sentía el afán por plasmarlo todo sobre un papel: todo lo que le rodeaba, la fantasía y la realidad. Esa realidad a veces no tan amable.

Refiriéndose a sus facetas de ilustrador de artículos de opinión, carteles o ilustraciones infantiles, Gamón Carranza apunta que "la principal diferencia entre cada trabajo es el público al que lo diriges, pues no es lo mismo el lector de un diario que los niños, a los que está destinado el cuento y para los que la ilustración debe ser muy visual e inocente".
La virtud o el defecto de mi estilo es que tiendo a dulcificar, a hacer dibujos amables, por eso encaja en el cuento y también permite tratar temas comprometidos, como los malos tratos en un artículo de opinión, sin que quede demasiado duro.
Gamón Carranza cree en la ilustración de autor, no en las modas. Concibe los paisajes y los personajes con trazos de cubos, triángulos y círculos en una simplificación geométrica cuyo resultado "es como jugar, como hacer puzzles y buscar que encajen las piezas", según sus palabras.

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