lunes, 2 de julio de 2007

Regocijo personal.

"Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días."
Julio Cortázar "Historias de Cronopios y de Famas".

Acudió Julio Cortázar, poco después de su llegada a París, a un concierto que le interesaba, adquiriendo una localidad en la parte más alta del teatro porque era lo más barato.


Durante un entreacto, toda la gente salió fuera a fumar y conversar. Él se quedó sentado en su butaca y, de repente vio en el aire de la sala del teatro flotar unos objetos cuyo color era verde, como si fueran globitos, globos verdes que se desplazaban a su alrededor.


"Pero, insisto -cuenta el propio Cortázar-, eso no era una cosa tangible, no era que yo los estuviera viendo tal cual. Aunque de alguna manera sí los estaba viendo. Y junto con la aparición de esos objetos verdes, que parecían inflados como globitos o como sapos o algo así, vino la noción de que esos eran los cronopios. La palabra vino simultáneamente con la visión."


En una carta que escribe al poeta cubano Roberto Fernández Retamar, Cortázar dice "me considero sobre todo como un cronopio que escribe cuentos y novelas sin otro fin que el perseguido ardorosamente por todos los cronopios, es decir su regocijo personal."


Aquí os dejo un brevísimo cuento de cronopios: Historia. Lo podéis escuchar en la voz de su autor.

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