miércoles, 18 de julio de 2007

Los diablillos y las noches de verano.

En pleno verano, cuando el calor no nos deja dormir y nos tumbamos a contemplar las estrellas añorando aquellos chester que tanto bien nos hacían en momentos como estos, podemos pensar en todos los seres fantásticos que ha ido alimentando la memoria de nuestros pueblos.

Ayer fue un día duro y largo. Sin embargo, estuve especialmente activa y llegué a todo. No dejar nada para el día siguiente (ni siquiera la plancha) hace que el espíritu se reconcilie con el cuerpo.

- Te habrán ayudado los diablillos.

Ellos habrán sido.

En muchos pueblos todavía se utiliza esta expresión cuando alguien hace mucho trabajo en poco tiempo.

José Antonio Adell Castán y Celedonio García Rodríguez, en su trabajo "Seres mágicos de Aragón" publicado en el número 5 de la revista "Criaturas Saturnianas" (2º semestre de 2006), nos cuentan algunas cosas interesantes de los diablillos.

Nadie los ha llegado a ver, pero hay quien dice que se asemejan a las moscas, pero sin forma.

Los diablillos suelen ser traviesos, pero también pueden resultar peligrosos. Normalmente nunca va uno solo, acostumbran a vivir tranquilamente en ampollas de vidrio, en la empuñadura de una espada o en canutos, y cuando salen necesitan estar en permanente actividad. Podían levantar un muro en una mañana o segar un campo de cereal en una tarde.

En las comarcas orientales de Aragón reciben el nombre de diapllerons. Allí preguntan ansiosos a su amo:

- Amo, ¿qué fem?, ¿qué fem, amo?

Si no se les asigna una tarea pueden volverse violentos contra el propio amo.

En Torrelaribera, un pequeño pueblo de La Ribagorza de Huesca de sólo 31 habitantes, se cuenta que el llamado Rocal de la Ribera surgió cuando el amo de unos diablillos les mandó tirar piedras a un campo.

Quien tuviera unos diablillos debía pasarlos a otro antes de morir, porque en caso contrario podía resultar peligroso para el muerto. Y para que los diablillos no hicieran daño al muerto, se colocaba un trozo de tronco de roble en el ataúd.

Los diablillos o diapllerons tienen otros nombres: en Baleares los llaman dimonis boiets; en Cataluña, menairons; en Navarra, minairons; en Asturias, maridilos y en Cantabria, pautos o mengues.

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